l pasado miércoles 14 de junio, el programa periodístico investigador más cool y desfachatado del mundo, Zona Urbana (Canal 10), se ponía los lentes a media nariz y fruncía el entrecejo para presentar una nota seria: Una entrevista con Abelardo Umpiérrez, el joven hincha del Club Nacional de Fútbol que se hiciera tristemente famoso cuando, en el ardor de una trifulca generalizada, un guardiacivil le metiera un tiro en un ojo, o uno en cada ojo, o un tiro grande que le abarcó los dos ojos, o algo por el estilo, resultando en definitiva en la ceguera que hoy lo aqueja. La ironía de la vida, el tipo amaba a Nacional hasta la violencia enfervorizada, y ahora no lo puede ni ver (Rulo de tambor y platillo).
Durante la conmovedora entrevista, Ubelardo reconoció su parte de responsabilidad en todo el entuerto (Ba-bing!), pero no dejó de llamar la atención por lo exagerado de la actitud represora del oficial de la metropolicía. "Yo sé que estuve mal al arrancar e intentar partirle en la cabeza una de las gradas de hormigón de la tribuna, pero él tenía que comprender que soy apenas un tierno mozalbete, y que a veces puedo descarriarme un poco", reflexionó Eberlarldo, "Porque si sentimos por nuestras venas correr el fuego de la libertad, no podemos constreñirnos a una pasividad flemática. Los jóvenes tenemos derecho a desbocarnos de vez en cuando, a expresarnos libremente aún si es a través de una euforia agresiva y desmedida. Es simplemente humano, que es lo que somos, ni más ni menos; al igual que ustedes, al igual que ellos... O es que si nos pincháis, ¿acaso no sangramos? Si nos cosquilleáiaiaiais, ¿acaso no reímos? Y si nos envenenáis... ¿acaso no morimos?"
Bueno, está bien, no le estaba dando ninguna pelota al televisor, no sé de qué mierda hablaron, y ni siquiera sé cómo se llama el pibe. Pero lo que sí sé es que la música ominosa y conmovedora que sonaba como cortina sensibilizadora de fondo me resultaba insoportablemente familiar, y me empezó a taladrar la memoria con insistencia, hasta por fin lograr sacarme por completo de mis profundas cavilaciones sobre las fotos de Alta Pendeja y dedicar toda mi energía mental a desenmarañar el intrigante déjà vu sonoro. Tras un titánico esfuerzo mnemónico, la revelación me golpeó como un puñetazo en el medio de la nariz de la mente: Zona Urbana le está robando la música a Lost.
Te tengo el ojo echado, Alvarez,
pelado mal asumido, ladrón del orto.
Y es el ojo de la cicatriz, además.
ZONA URBANA
LE ESTA ROBANDO LA MUSICA
A LOST
La cortina que usaron para la nota del bolso tuerto es la música de John Locke. Y antes de que algún superlistillo salga a decir que probablemente los productores de Lost la levantaron de algún otro lado, no mijito: En primer lugar sos un tarado y ojalá que te mueras de puro tarado. En segundo lugar, la música de Lost es compuesta especialmente por Michael Giacchino conforme va avanzando la serie. Gil.
"Mi madre se culpó durante años por la muerte de mi hermana Jeannie. Un día, salido de ninguna parte, apareció un perro en casa y se robó mi música."
Se pasan estos chiquilines; recordemos que el staff de Zona Urbana decidió por unanimidad echar a Gustavo Escalnar cuando se lo encontró culpable de plagio para mantener una coherencia con el espíritu del programa. Lo que necesita el espíritu de ese programa es un exorcismo, manga de culorrotos. Sepan que al meterse con Lost, se metieron con migo. Esto no va a quedar así, van a ver lo que es bueno. A menos que no lean esta web, que también puede pasar.
No quepo en mí de la indignación. Espero que, por lo menos, en el guión que le dieron al pibe ése le hayan hecho gritar: "¡No me digas lo que no puedo hacer!", como homenaje. Ladrones de mierda
Etiquetas: æclipse µattaru, policial
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