martes, 9 de septiembre de 2008

Remando contra neocortex

Urracas protestan: ¿Quién llamo al Dr. Moreau?, cronista de RANT salva su vida por defecto.

se afán que tiene el hombre de aburrirse sumado a un montón de conocimientos científicos provoca descubrimientos gloriosos que no sirven pa' un carajo. Ya que no sabemos qué sorete hacemos con la mayor parte de nuestro cerebro, usemos pues la parte que sí sabemos pa' joderle la vida a cualquier bicho que, claro está, no quiere ser como nosotros.


Ejemplo de homosapiens usando un espejo de mala manera: Señor, por más que le grite, el espejo no lo va a reflejar menos pelado. Hágase a la idea. O cómprese una peluca y deje al espejo en paz.
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Si usted pone un cristal entre usted y la luz, usted ve al mundo, al inmediato, el que está delante de sus ojos. Por otro lado, si usted pone un cristal entre su figura y una placa oscura, usted se ve a sí mismo. Eso es un poco tétrico. Eso es un espejo.

La teoría dice que un espejo sirve para reflejar la imagen propia. Pero, como casi todas las herramientas de este planeta, el homosapiens la inventó para usarla de mala manera. Entonces sabemos que mientras un humano se mira en el espejo, no se ve a sí mismo, sino que ve a los demás mirándolo. Y es por eso que éste simple aparato puede ser una herramienta autodestructiva.

Claro, ya sé que vos estás protestando porque a vos no te interesa en absoluto la opinión ajena, qué va. Ya estás por encima de eso y ahora aspirás a darle una explicación a las letras de los Redondos. OK.

Los alemanes, cuando no están perdiendo guerras ni reflotando su país en tiempo récord, se dedican a estas investigaciones en pos de... no sé... de identificar a los espantapájaros del mundo. O de buscar el neocortex en el ojo ajeno. De ahora en más, y gracias a esta gente, usted puede afirmar que si su urraca doméstica Gladys se mira en el espejo, no va a confundirse con Zulma, la urraca del vecino, ni con ningún ñandú amigo. Porque las urracas sí tienen el neocortex bien puesto, y se reconocen a sí mismas ...

Las urracas se reconocen en el espejo
La urraca, picaza o marica (Pica pica) [Tuve que ir a chequear el link para comprobar que ese nombre es cierto. Se pasan, estos pajarólogos. –N. del E.] es una de las aves más comunes en toda Europa (Wikipedia).
* Es la primera vez que se confirma esta facultad en no mamíferos.
* Hasta ahora se atribuía sólo a chimpancés, delfines y elefantes.
* El descubrimiento ha sido publicado en la revista 'PLoS Biology'.
Las urracas son capaces de reconocerse a sí mismas ante el espejo, según un estudio del Instituto de Psicología de la Universidad Goethe, en Frankfurt, Alemania. La investigación confirma por primera vez que animales no mamíferos poseen esta capacidad, hasta ahora atribuida sólo a los humanos, chimpancés, delfines y elefantes. Las urracas tocaban el espejo cuando se proyectaba su imagen en él y no cuando aparecía la de otra ave. [...] Este descubrimiento, publicado en la revista PLoS Biology, revela además que las especies sin neocórtex (parte del cerebro que aporta la capacidad de raciocinio o de interpretación de los animales) también pueden reconocerse a sí mismas ante el espejo.


No sé qué tienen de especial las urracas: Las colegialas también se reconocen en el espejo.
Y no están nada felices al respecto!! >:(
No, no sé qué les pasa que tienen esa cara.
Debo confesar que colegializar esta nota fue tan fácil que si estuviera haciendo esto por dinero sería una estafa; y es que conseguir fotos de colegialas frente a un espejo debe ser la tarea más fácil del universo, si casi no existe otra cosa. Eso me hizo pensar: Qué generación más ególatra esta. No quiero saber lo que va a ser la tasa de suicidios cuando les llegue la edad de la celulitis y las patas de gallo y eso.
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Yo, que tropiezo cincuenta veces con la misma piedra y pocas veces logro encontrarme en el espejo, quise tener una urraca pa' que se viera a si misma, y así yo copiar su técnica. Esto seria como un curso Zen acelerado sin sacrificio. De esta manera puedo adquirir toda la filosofía oriental sin salir de la cruel comodidad del sofá. Y mientras Siddharta hace de barquero por siempre, yo pago un precio más barato y me rasco los huevos la vida entera.

Convivir con una urraca no es cosa fácil. Después de cualquier discusión sobre cosas típicas de la convivencia como quién te dió permiso para echar alcohol en mi alpiste o quien se queda con el cajón más alto de la cómoda, terminábamos la pelea con un silencio sepulcral.

Empecé a reconocer mis errores y a culparme por ellos. Pasado el tiempo, en vista de que no era capaz de corregirlos, opté por no verlos más. Comencé a evitar los espejos y a volverme sabio.

En cambio, mi urraca sí explotaba al máximo su raciocinio, hasta el punto de parecerse cada vez más a un humano. Comenzó a usarme la ropa y a copiarme los gestos. Se preocupaba por mis problemas y ya no cantaba por las mañanas por el hecho de que yo, "oh, gran humano", no lo hacía.

La mañana del 24 de Octubre desapareció. Esa tarde, en el periódico, descubrí la cuál había sido su cruel destino ...

Una urraca provoca un cortocircuito que deja sin luz a 8.000 clientes en León
* Impactó con un 'elemento' de una subestación eléctrica.
* Provocó la interrupción en el suministro durante 36 minutos.
Una urraca que impactó con un elemento de una subestación eléctrica provocó hoy una avería que dejó sin suministro a unos 8.000 clientes de la capital leonesa, según confirmaron fuentes de Iberdrola. El suceso se produjo a las 11.22 de la mañana y la interrupción en el suministro se prolongó durante 36 minutos.

Me sentía culpable. Los putos científicos alemanes y yo habíamos llevado a esa pobre ave inocente a descubrir una verdad que no quería descubrir: Esa Urraca era mi igual.

Yo no podía, entonces, hacer menos que compartir su triste destino. Decidí tomar carrera e impactarme contra la primera central eléctrica que tuviera a mano. Quería terminar con mi vida. Salí corriendo por el pasillo, pero entonces me encontré ante la mirada del espejo. Frené. Me miré a los ojos. Con parsimonia, di un giro de 180 grados para volver al sillón. Sabía que no podía seguir el ejemplo de mi plumífera compañera.

Desde el espejo, mi urraca me miraba y me repetía: "¡Cobarde!"

A unos pocos miles de kilómetros, en el otro extremo de Europa Occidental, científicos alemanes del Instituto de Psicología de la Universidad Goethe invitan a su casa a un perro de aguas que les comprará el alma

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