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lunes, 30 de enero de 2006
Editorial de periódico se llena de termitas y queda totalmente hueco.

a República publica un editorial en el que aprovecha el asesinato de un chofer ocurrido el pasado viernes en el barrio Casabó para abordar el tema de la inseguridad, los robos cada vez más violentos, las drogas, los delincuentes menores de edad que reinciden despreocupados sabedores de su inimputabilidad, y los grupos de vecinos vigilantes que ya anunciaron tomarán justicia por mano propia; recurriendo al uruguayísimo estilo literario de arrancar victimizando a la gente que sufre los ataques, para después victimizar a los delincuentes que se ven empujados a esta forma de vida, para seguidamente victimizar a la policía que está subpagada, adolece de falta de personal y está atada de manos por las propias leyes, y terminar victimizando al gobierno, que no puede hacer más de lo que hace, con el muerto que heredó del anterior gobierno (que a su vez fue víctima de las circunstancias regionales, etc., etc.)

¿Adónde vamos a ir a parar?

¿Qué reflexión nos deja el artículo entonces?

Absolutamente nada.

¿Qué le pasa a los periodistas uruguayos? ¿Realmente piensan que con este tipo de notas están diciendo algo que no se haya dicho ya 300.000 veces? ¿O simplemente es un poco de relleno para justificar el sueldo?

El párrafo final resume el "contenido" (y uso el término con TODA la soltura) de la nota de manera magistral, con dos instancias particularmente destacables ...

Veremos qué ocurre.

... y ...

Se adoptarán algunas medidas. Sin embargo los temas de fondo seguirán planteados. Esperemos un análisis serio, profundo que, en definitiva, nos sirva a todos los uruguayos.

Sin palabras. Es el mismo nivel de contenido que puedo obtener de un borracho senil en la barra de un bar de mala muerte, con la única diferencia de que el redactor de La República debe tener (espero) menos manchas en el pantalón.

Este tipo de notas "abordo un tema delicado y controversial, pero desde una óptica lo suficientemente alejada como para que no se me pueda acusar de parcialidad" parecería ser una especie de colchón de emergencia en el que los periodistas caen cuando no se les ocurre nada interesante para entregar antes del próximo cierre. Que cada cual lea lo que considere oportuno en el hecho de que las leamos (y veamos) con una frecuencia de dos o tres por día.

Si tengo que extraer necesariamente algo de lo que leo, es que el autor (que si bien no le pone la firma a su obra, me animo a decir con total seguridad que NO es nuestro ídolo Daniel Martínez Soto) en realidad está agradecido de que todas estas calamidades sacudan a nuestra ciudad tan a menudo, porque le dan la oportunidad de justificar un día más de trabajo escribiendo otro de sus editoriales carentes de substancia y absolutamente irrelevantes

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